Islandia enjaula a sus banqueros, y puede que también a algún político. El ex primer ministro conservador islandés Geeir H. Haarde afronta desde hoy un juicio en el que está acusado de negligencia grave por su gestión de la crisis.
Los bancos islandeses quebraron en octubre de 2008, el fatídico mes del colapso de Lehman Brothers, y metieron a Islandia en una profunda crisis de la que aún no ha salido, y que ha provocado fuertes subidas de impuestos, un severo recorte del gasto público y un corralito que impide a los islandeses disfrutar con libertad de sus ahorros. El Ejecutivo se vio obligado a pedir ayuda al FMI.
Una cuarta parte de la población se echó a la calle para pedir la dimisión de Haarde tras la bancarrota, y el primer ministro presentó su renuncia apenas dos meses después.
¿Podría pasar aquí lo mismo con presidentes y alcaldes?
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