diumenge, 29 de març del 2015

Opinión: a propósito del currículo de la asignatura de religión

Hace poco más de un mes se publicó en el BOE el nuevo currículum de una asignatura, la de religión, que ahora es evaluable (ya lo era), pero además computable a todos los efectos.
Currículo "impuesto" por la Conferencia Episcopal, en base a un Concordato que muchos llevamos años pidiendo su derogación por ser un anacronismo histórico. Para muchos ciudadanos es una ofensa al no respetar, no ya la libertad religiosa, cosa que no hace, sino incluso la libertad de pensamiento.
Ayer mismo en El País se publica un interesante artículo de opinión titulado "Religión y educación: el ‘BOE’ ofende", cuyo autor es José Manuel Sánchez Ron, miembro de la Real Academia Española y catedrático de Historia de la Ciencia en la Universidad Autónoma de Madrid.
Seguimos esperando que nuestro país sea un estado laico, democrático, separando de una vez por todas la religión del estado, y dejando las creencias, absolutamente respetables por cierto, en el ámbito de lo privado.

En la pestaña Opinión tenéis unas pinceladas sobre el contenido curricular de esta asignatura.
La publicación del currículo de la asignatura de religión ha provocado criticas encendidas de los partidos de la oposición y de organizaciones laicas que tachan el nuevo currículo de anacrónico e impropio de un país democrático y aconfesional.

Desde la oposición se ha levantado un encendido debate. Unos  piden directamente la inmediata derogación de los acuerdos con la Santa Sede, mientras  otros, PNV y CIU,  consideran que la revisión de los acuerdos no es una prioridad en estos momentos. Todos coinciden en culpar al ministro de la polémica creada por la asignatura por su forma de Gobernar sin dialogo.

Más información en pestaña Opinión.

1 comentarios:

Juan Catala ha dit...

Con todos los respetos a todas las creencias, deistas o ateas, estas deben quedar fuera de la educación obligatoria. Fuera de las escuelas. Ya que la educación debe tener como fin primordial impulsar y fomentar la capacidad de desarrollar un criterio propio para cada niño. Eso nos dará personas libres.
El conocimiento de las diversas formas de pensar y sentir la vida, generadas ya por la humanidad, es de un valor incalculable y es una monstruosidad privar a nuestras nuevas generaciones de ese capital.
Por lo tanto, ningún adoctrinamiento debe anular a la libre formación de los que, en el futuro, deben crear el espacio de libertad necesario para conseguir la felicidad.

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