La voluntad de la cumbre europea de poner en marcha políticas que generen empleo juvenil mediante créditos blandos no puede quedarse en nada. Si así fuera, las instituciones perderían legitimidad democráticaDesde la reunión Merkel-Hollande de finales de mayo, y apremiada por la debilidad de la economía francesa, la música europea que suena en Berlín no ha cambiado de melodía, pero sí de compás. Un mayor entendimiento franco-alemán en asuntos europeos al que se han sumado Italia y España. Están subiendo el diapasón en crecimiento, empleo, competitividad y reformas, y bajándolo en austeridad y superación de la fragmentación financiera en la eurozona.









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